PERDÓN, PERDÓN, EUROPA. REPETIMOS

4 de noviembre de 2009
Lo juro. Lo intentaré. No volveré a permitirlo. No volveré a publicar una entrada sin releerla. Aunque llegue tarde a la cena y mi marido me esté gritando "Niñaaaaa, que se enfría la sopa". Pues que se enfríe.
No volveré a darle al puñetero botón de publicar, deprisa y corriendo, sin pensar en lo que estoy escribiendo. Luego vienen las consecuencias: ¡Una falta de otrografía! ¡Qué vergüenza! ¡Qué horror!
Yo creí que eso ya lo tenía superado. Pues se ve que no. Que la hora de la cena no es la más adecuada para darle al puñetero botoncito. Los agobios matan... y crean horrores y errores de no pararse a pensar.
Prometo no flagelarme, no permitir que la depresión me lleve al suicidio. No volver a pensar que no necesito ir a la zapatería, porque necesito botas nuevas, sino a la herrería a que me pongan herraduras nuevas.
Prometo no dejarme llevar por las prisas, ni permitir que se me crucen y se me mezclen las ideas.
No quiero errar más. De ser así, debería admitir que alguien desee herrarme.