Vísperas del día del libro

22 de abril de 2009


Por fin tenemos tiempo para leer un libro.
Elegimos un título, empezamos a leerlo, y lentamente nos damos cuenta de que... tenemos más cosas que hacer. Siempre hay cosas que hacer. ¿Siempre hay cosas que hacer? ¿O son pretextos para no enfrentarnos con un libro? A veces, leemos por obligación, no por placer. Y cuando empleamos para ello el único tiempo de asueto que tenemos, se nos plantean cientos de preguntas.
Pronto comienza el sentido de culpabilidad. "Debo leer, tengo que estar al día de las novedades. Soy profesora de Lengua ... y Literatura". O, ¿acaso con los años me he embrutecido y ya no me gusta leer? ¿Las neuronas se me rebelan hartas de luchar con los alumnos cuando quiero ocuparlas aún más? Tras muchos años llega las dudas.
Realmente ¿debo sentirme culpable también de no tener ganas de abris un libro? ¿No será que, simplemente, no me gusta? ¿Pasa algo si no lo leo hasta el final? ¿Acaso no hay libros bastantes como para no perder el tiempo con uno que no me gusta?

Pero, y si encima es un libro considerado como excelente por la autoridad (¿qué autoridad, por cierto, es objetiva y no responde a intereses económicos, de gremio o...) ¿seré un desastre y mi autoestima como buena lectora se irá definitivamente al garete?
¿Realmente es tan importante leer?

Quizás hemos sobrevalorado la lectura. Constantemente hablamos de cómo la televisión o el cine, o el fútbol embrutecen y alabamos la lectura de un buen libro. Pero las cosas no son ni blancas ni negras: hay buenas películas; hay buenos programas de televisión. Aunque sean pocos. Y frecuentemente los libros sirven para embrutecernos tanto o más que otros medios de comunicación. Nos invitan, o los usamos, para no pensar, para no enfrentarnos con lo que nos rodea.

Demos a la lectura el valor que tiene realmente. La Biblia dice que hay tiempo de nacer y tiempo de morir. Hay tiempo para todo. Hay tiempo de leer porque nos apetece y tiempo de aprender y tiempo de embrutecernos ( sí, por qué no), un poquito.
Vivamos la vida sin tanto machacarnos por todo lo que pensamos o todo lo que deseamos... o no.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola profesora!

Pienso que indudablemente no debemos pensar nada como una obligación, sino que, debemos pensar que todo tiene diversión y entretenimiento(nada es un problema, sino lo consideras como tal),más incluso si nos referimos a la lectura, no es una actividad que embrutezca, ni que incordia, sino que, lo que hace es darnos una salida mágica a todas nuestras aflicciones.
Soy un fan de la lectura desde hace mucho pero, por supuesto, hay libros que son insoportables, cuando la gente determina que un libro es mejor que otro, debe tomarse quizás como que la forma en la que está escrita es más compleja...más bella, pero no tiene porque tener una trama atrayente. En fin, solo decirle que la literatura es una razón de vida y un parche contra el agujero de la ignorancia.

Su alumno Eduardo Paluzo

Publicar un comentario